Cuando la piel se expone a otra piel, a otros ojos, a otras manos, es inevitable pensar, que ese cuerpo que es casual y casi desconocido, pueda ser el indicado. No puedes evitar pensar que ese cuerpo que te huele, que te saborea, que te mama, que te lame, que te penetra puede ser el que te posea todos los días y noches de tu solitaria vida.
Sin embargo, al final del acto consumido, te das cuenta que fue solo una noche más, de caricias extrañas, de húmedos besos e intercambio de fluidos, donde el cuerpo que estuvo a tu lado es totalmente ajeno a ti y que, al igual que el tuyo, fue solo un “ave de paso”.
Sin embargo, al final del acto consumido, te das cuenta que fue solo una noche más, de caricias extrañas, de húmedos besos e intercambio de fluidos, donde el cuerpo que estuvo a tu lado es totalmente ajeno a ti y que, al igual que el tuyo, fue solo un “ave de paso”.
© Miércoles, 09 agosto, 2006.
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